viernes, 4 de marzo de 2011

Veintiséis

<<You are the girl that I've been dreaming of ever since I was a little girl>>

-¿Quieres ir a la playa? Hace tiempo que no voy a una- Me preguntó mientras caminábamos sostenidos de la mano por la Avenida Benavides.
-Claro, no voy hace tiempo- le dije con una grata sonrisa.
Mientras caminábamos ella contaba una anécdota graciosa acerca de su madre y el automóvil que pensaba comprar. También nos burlábamos de las transeúntes y (entre los dos) veíamos a las chicas con ropa muy pequeña y ajustada y el buen bronceado que tenían. Llegamos al malecón, todavía estaba el radiante sol pero podíamos divisar, desde donde estábamos, las rayas que formaban las olas una tras otra.
-Las personas desde aquí parecen hormiguitas.- me dijo mientras me abrazaba por la cintura
-Sí, y el mar es inmenso.
-Le tengo fobia a la espuma del mar
-¿Por qué, pequeña?
- Porque según un mito griego, la espuma es el semen de Zeus.
-Jajajá, ¿por eso tienes miedo?
-Shi
Nos besamos con cariño, la veía muy especial ese día. Nos dejamos de besar y ella pronunció:
-¿Quieres tirar?
Subimos a un micro que nos llevó hasta la avenida Arequipa, entramos a un hotel al que no habíamos ido antes. La habitación que nos dieron era espaciosa como la cama, el armario olía a humedad,el baño estaba limpio y había una televisión que colgaba de un rincón en el techo. Ella encendió el televisor y, mientras hacía un zapping, sintonizó-sin querer- un canal pornográfico.
-¡Este es el hotel!- exclamó
-Jajajá, eso significa que vendremos más seguido.
-Siempre que haga falta.
Empezamos a besarnos lentamente hasta que alcanzamos la pasión y empezamos a desvestirnos. Tenía los senos duros cuando empezé a tocarlos por debajo de su blusa. Nos echamos en la cama y, en cuestión de segundos, ya estábamos completamente desnudos. Ahora los moviemientos eran circulares en mi pelvis. Sus jadeos a causa de la penetración me provocaba nunca parar. La habitación ahora olía a sexo, pero ella no se veía bien, como si no le hubiera gustado.
-¿Qué pasó?, ¿no te gustó?- Le pregunté en tono preocupado.
- No, no es eso- dijo mientras miraba al televisor encendido.
-¿Qué pasa?
-Nada importante.
Cogí el control remoto, apagué el televisor y mirandóme a los ojos dijo:
-Me gusta Anita.
Hubo un largo silencio, echados en la cama, estaba mirando el techo pensando en como no pude darme cuenta de eso e ignorarlo. Como no pude darme cuenta de su comportamiento al venir hacía este hotel: sumiso, mirando hacía las calles que pasaban rápido a través de la ventana del micro, sin ganas de hablar, las muchas veces que me hablaba de ella. Di un notorio suspiro y dije:
-No podemos seguir siendo enamorados si te gusta otra persona
-Lo sé
Hubo otro silencio de aproximadamente cinco minutos, se me había hecho un nudo en la garganta, me era incapaz pronunciar palabras de mi boca: me dolía el corazón.
-Deberíamos darnos un tiempo.-dijo tranquilamente
No dije nada.
-Si lloras me vas a hacer llorar a mí también-dijo quebrando ligeramente la voz
-Pero no lo entiendo, ¿cómo te puede gustar un niña de 14 años?
-No me gusta como para estar con ella, solo me la quiero agarrar.
-¡¿Qué?!
-¿Nunca te ha pasado eso? Tener ganas de besar a alguien pero saber que nunca vas a estar con ella. Yo no pienso estar con ella: es una niña muy estúpida. Nada más dame dos semanas para hacerlo y se me pasará esta obsesión.
- ¡No!. Lo que haces está mal, tanto a mí como a ella. No puedo creerlo, pensé que me querías.
-¡Yo lo hago!- dijo desesperada y con tristeza.
-Pues no hubieras pensado en ella mientras hacíamos el amor.
Ella empezó a llorar, como si aquellas palabras le hubieran dolido en el alma.
-No quiero terminar contigo, yo te quiero...por favor entiéndeme.
-Lo único que tienes que entender tú es saber que esto se terminó. No tienes de qué preocuparte, pues, no le contaré a nadie nada de esto.
Se sentó en la cama con ambas manos en la cara a llorar triste y desconsoladamente. La agarré de la cara y muy cerca le dije:
-Solo prométeme que no me olvidarás.
Ella asintió con la cabeza, tenía los ojos rojos por las lágrimas que brotaban sin detenerse, y besé su frente con ternura.

Al salir del hotel, me dirigí hacía un teléfono público. Tenía ganas de ir al bar: "Sargento Pimienta" con un inseparable amigo que conozco desde la primaria. Quedamos en encontrarnos en unas horas en el parque Kennedy. El encuentro se realizó, seguía como lo había visto un par de meses: alto, delgado, trigueño y de un humor peculiar.
-¿Tienes para el taxi?-me preguntó
-No tengo ni un centavo, hermano. Es más, tú vas a tener que invitarme el trago esta noche.
-Jajajá. No seas pendejo, pues. Está bien, lo haré pero solo porque tú también lo harás algún día.
-Claro que sí, tío.
Llegamos al bar que estaba un poco vacío pero sabía que llenaría en unos minutos. Pedimos un par de cervezas y empezamos a recordar épocas del colegio, amores pasados, etc. Había perdido la cuenta de cuántas cervezas había bebido, pero ya sentía que estaba mareado. Paso poco tiempo para darme cuenta que el local estaba repleto, como fondo escuchaba una canción de The Doors era Break on through. <<Try to run, try to hide>>. Se me hacía muy difícil caminar sin tambalearme, la gente me empujaba cuando me metí entre la multitud, los ojos irritados por el humo del cigarrillo. De pronto, una chica que se notaba que estaba muy ebria empezó a bailar conmigo, usaba un escote, un pantalón pegado, pulseras en las muñecas y zapatillas converse. Ponía su cara muy cerca de la mía, al igual que su cintura; pasó un momento y me llevó al baño del local jalándome del brazo.
-¿Tienes coca, huevón?- me preguntó insolentemente.
-Sí-le mentí.
-Te la chupo si me das un poco.
Acto seguido, me bajé el cierre del pantalón y me saqué el falo que estaba gordo producto del baile que me había hecho esta zorra. Me la chupó por unos 10 minutos.
-Ya, ahora dame la coca.
-No tengo.
-¿Cómo que no tienes, chibolo concha de tu madre?
-¡Cállate, puta de mierda!.
La golpeé ahí en el baño, con mucha fuerza, llegó a salirle mucha sangre. Me entraron muchas ganas de metérsela, cuándo le bajé el pantalón noté que tenía un falo erecto.
-Cabro hijo de la gran puta. Le pateé la cara y salí del baño.

Al llegar a mi casa, a la maña siguiente, dormí hasta que me despertó la empleada, diciéndome que me llamaban, que le había dicho que estaba durmiendo pero la persona insistía y decía que era urgente. Sonó una dulce voz por el teléfono pero que no pude disfrutar mucho por la resaca que tenía.
-Hola, Carlo, soy yo, Mariale.
-Ah, hola, Mariale.
-Mira, quería llamarte para pedirte disculpas por lo de ayer, no he podido dormir pensando en ti, soy una idiota, no quiero perder a alguien como tú. Por favor, perdóname.
-Vaya... nunca pensé que una chica con un orgullo como el tuyo vaya a decirme eso, Mariale.
-¿Me perdonas?
-¿Estás en tu casa?
-Sí
-¿Sola?
-Sí..¿por qué?
-Espérame vestida con tu antiguo uniforme de colegio, estaré allí en quince minutos.