lunes, 27 de septiembre de 2010

Kid A

     ¿Cómo tendré que empezar para explicar esta historia, querido lector?. Este acontecimiento que me hizo reconocer que estaba demente.

Mi nombre es Alex tengo 21 años y escribo este relato desde la prisión, y sí que merezco estar aquí. Mis padres se divorciaron cuando yo apenas tenía cinco años, y yo solo tenía un amigo que nadie mas que yo podía ver,su nombre era Darien; juntos escuchábamos a los Beatles, pero no de la forma habitual sino gritando coléricamente en cada uno de los coros como si se tratara de Nirvana. Un día mi madre me llevo al médico quejándose que era muy hiperactivo y este le recetó que me inyectaran un calmante. Darien me advirtió que si me inyectaban él se iría para siempre. Yo lloré, grite y pataleé para que no me inyecten, pero dos malditos tipos en bata blanca me agarraron de los brazos y piernas. Luego de eso me sentía nauseabundo, cansado y sin ganas de nada.

Desde ese día no volví a ver a Darien, pero sabía que volvería, soñaba su regreso; pero nunca sucedió. Lo único que escuchaba en las noches era las peleas de mis padres: "Eres un maldito conformista, toda tu vida serás un puto mecánico". "Cállate maldita perra, ¿no ves que hago lo mejor que puedo?". Escuchaba vidrios rompiéndose y mi madre llorando. Se separaron y mi madre me dejó en casa de mi abuela, me dijo que iba a comprar cigarrillos pero jamás regresó.

Mi abuela olía todo el tiempo a tabaco, era toda arrugada de pelos grises y siempre estaba sentada en su mecedor tomando whisky barato y acariciando su gato. No comía lo que me daba porque me di cuenta después de un día en su casa que me daba comida para gatos: rancia y dura. Entonces me pasaba el día en la calle viendo los viejos ebrios tirados en las calles pidiendo limosna a la gente que pasaba, me daba asco esa gente. Me senté en una banca del parque a ver el triste vacío interior que lleva la gente caminando paseando a sus perros hasta que la voz de un chico que me sacó de mi fantasía por completo dijo:
-Hola, ¿también estás marcando?
-¿Qué es eso?-le pregunté con mucha curiosidad.
-¡Jajajaja!, mira y aprende novato.
A continuación se despegó de la silla y cautelósamente  siguió a un tipo y ¡zas! a la velocidad de un rayo le sacó la billetera del bolsillo trasero del pantalón, y como una bala se fue corriendo mientras que el tipo lo perseguía insultándolo hasta que se dio cuenta que era inútil seguirlo. Después de aproximadamente 10 minutos apereció sin que me de cuenta y le dije:
-Vaya que eres muy escurridizo amigo mio.
-Así me gano la vida compañero, al menos me alcanza para comer. Hablando de comer, creo que eso es algo que a ti te hace falta,toma, con esto te alcanzará para una barra de chocolate.
Y me dio en la mano 1 sol.
-Gracias- y de verdad que se las di, no había comido en dos días.
- De nada flacucho, por cierto mi nombre es Oscar.
-Yo soy Alex- Le respondí mirándolo con respeto.
-Vamos te enseñaré a "marcar", es muy fácil; pero eso sí cuidate de los polis porque si te agarran te sacan la mierda.
-Pensé que estaba prohibido golpear a un niño- le dije preocupado.
-¡Ja!, eso es para los ricos flacucho.

Pasó el tiempo y me enseñó, y vaya que me volví todo un experto, ganaba una buena cantidad de monedas y andar con Oscar era de la mejor. Ya no vivía en la casa de mi abuela, nunca me trató de buscar tampoco, vivía en la calle con Oscar: bajo el puente, en los callejones cerrados, en jardines de casas, carros abondonados. Y siempre luego de nuestra labor, nos íbamos a la tienda de música a ponernos los audífonos y escuchar a Nirvana, Led Zeppelin y los infaltables Beatles.

Llegué a los 21 años junto con Oscar, y nuestros robos eran ahora a mano armada a gente que retiraba dinero del cajero automático y nos divertíamos, oh sí que nos divertíamos querido lector; porque después de eso comprábamos " la blanca nieves" de la mejor calidad del viejo "Piter", y esnifábamos sin parar y nos divertíamos con las prostitutas que alquilábamos en aquellos días. Pero un día todo cambió, se puso insolente porque pensó que había esnifado más coca que él y empezó a insultarme, sí querido lector, a su humilde narrador; y terminó diciéndome: "Maldita basura, no vales ni un carajo:ni tus padres te quisieron, ni las putas te quieren, eres una escoria para la humanidad". Aquellas palabras me llenaron de la más profunda ira, no lo pude aguantar, cogí mi revolver y le disparé en la pierna."Hijo de la gran puta, concha de tu madre, malnacido". Y esas palabras si que las disfruté y empecé a reírme de la forma más vil que usted amigo lector puede imaginar, y le seguí disparando.En esos momentos lloré como un niño porque, por primera vez en esos momentos extrañé a mis padres; le agujereé todo el cuerpo hasta que la habitación se lleno de esa roja, espesa y viva sangre. La policía abrió la puerta violentamente apuntándome en la cabeza tres revólveres."¡Quieto mierda!".

Y así,querido lector, Diosito me dio un nuevo hogar:el juez me dio una sentencia de 40 años y ya llevó tres en está jaula enorme. Aquí dentro vivo feliz, porque encontré el amor en Jesús; mi compañero de celda.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Arrepentimiento de muerte

    Orlando era un chico introvertido, prefería quedarse en su casa un sábado por la noche en lugar de ir a fiestas. Acababa de entrar a la universidad, a una de las mejores en Lima, pues desde niño era bastante dedicado a sus estudios, y sus padres le inculcaron el hábito de responsabilidad. Él estaba feliz en su primer día, las clases las llevaba sin problema alguno, pero no socializaba con nadie hasta que llegó su última clase del día, y como de costumbre, llegó puntual. Pero está clase fue especial para él, oh sí que lo fue; porque, mientras veía a la gente entrar, una chica llamó su atención, una chica que para él era indescriptible, su corazón empezó a latir rápido cuando entró y más aún cuando se sentó a su lado.
Durante todo el resto de la clase no se le ocurrió mirarla, ni decía una sola palabra hasta que esta terminó y la joven le preguntó:
-Hola, ¿cómo te llamas?
Orlando se quedó congelado y e incluso por un momento pensó haber olvidado su nombre.
-Orlando-respondió 
-Yo me llamó Noah-dijo con una sonrisa en el rostro-Me preguntaba si querías venir conmigo a la biblioteca para hacer el trabajo juntos.
Orlando no se lo pudo creer y acordó con ella en ir.

En la biblioteca, se sentaron, y Orlando no soltó una palabra durante todo el tiempo. Solo la veía, y no podía creer lo hermosa que era, se había enamorado de ella desde que la vio y lo único que quería hacer en ese momento era acariciar esas bellas mejillas con sus dedos. Terminaron el trabajo y salieron juntos hacía la puerta principal, en el camino conversaron:
-¿Nada difícil el trabajo cierto?-preguntó Noah
-No para nada, bastante sencillo-respondió Orlando con cierta timidez.
-Sí, pero tú lo hiciste bastante rápido; eres listo.
-¿Enserio crees eso?
-Claro, lo pude notar sin que ni siquiera hablara contigo.
Orlando se sonrojo, pues nunca alguien, aparte de sus padres, había alagado su inteligencia y le empezaron a temblar un poco las manos.
-Gracias-respondió con voz quebrada.
-¿Estás bien?-preguntó preocupada Noah-Tus manos están temblando-y cogió sus manos,que estaban heladas. 
Orlando vio las pequeñas y refinadas manos que sostenían las suyas-No, no es nada, me pongo así cuando tengo frío.
-Bueno, pues la verdad es que sí hace bastante frío.
Llegaron hasta la puerta principal y se despidieron, besó esas mejillas angelicales con sus labios fríos y partió hacía su casa.

Desde ese día sintió que su vida había cambiado, se sentía diferente, tenía el corazón latiendo de alegría, e inspirado lo primero que hizo al llegar fue escribir en un cuaderno vacío: "Estoy enamorado de una rosa fresca, y cada aliento suyo despierta en mí mil combates".

Tenían clases juntos tres veces a la semana y él esperaba con muchas ansias cada una de esas clases,fue pasando el tiempo y se llegaron a tener mucha confianza. Un día su profesor les dejó un trabajo que requería de toda una tarde según había calculado Noah y le propuso ir a su casa para hacerlo. Orlando aceptó y decidieron irse caminando, pues Noah no vivía tan lejos.

El frío era intenso y el viento soplaba violentamente.
-Tengo mucho frío Orlando-dijo Noah temblando.
Orlando la abrazó rodeando sus hombros y espalda. Y Noah dejó caer su cabeza sobre su hombro. Él se sentía querido, como nunca antes.
-Te quiero-le dijo Orlando
-Yo te quiero porque me haces sentir especial, eres una persona única Orlando-Le respondió con una voz celestial, fueron las mejores palabras que él había oído en su vida.

Llegaron a su casa e hicieron el trabajo, de vez en cuando él la besaba en la mejilla y ella le contestaba con una sonrisa sonrojada. Al momento de despedirse salieron juntos hasta la puerta de su casa y se detuvieron ahí, él se quedó viendo la profundidad de sus ojos pardos. Se acercó a ella y le acarició la mejilla, se acercó aún más y se besaron, y el sentía cómo su alma podía encontrarse con la de ella a través de sus labios; mientras se besaban, él agarró sus manos y le dijo:
-Te quiero-le susurró al oído- Has cambiado mi vida por completo, y amaría estar contigo.
-Perdóname, perdóname pero no puedo, no me siento preparada; mi última relación fue un fracaso y necesito de más tiempo para sentirme lista.

Orlando se fue con el corazón destrozado y lo único que hizo al llegar a su casa fue encerrarse en su cuarto con la luz apagada a escuchar música, ahora se sentía solo, su vida no tenía sentido alguno.

Al día siguiente se sintió aún peor, Noah ahora caminaba con otro tipo y ni lo vio caminar por el pasillo; cuando le tocó la clase que llevaban juntos ella se sentó lejos de él y eso lo apenó aún más, pero tenía que entregarle algo; al final de la clase la alcanzó y la saludó:
-Hola Noah, tengo que darte algo.
-Ah, hola ¿qué es?
-Quiero entregarte este cuaderno.
-Ah, ok gracias-Ella guardó el cuaderno en su mochila,sin mostrar interés alguno.
-Adiós Noah.
-Adiós Orlando.

Orlando se encontraba frustrado, no tenía idea de por qué Noah estaba así, empezó a pensar que siempre le había gustado otro chico, se estaba volviendo loco. No podía soportar el hecho de verla agarrada de la mano con alguien más, cogió el revolver, camuflado en el cajón  de su padre, y se dirigió a la casa de Noah.

Noah abrió la puerta y dijo:
-¿Si?
-Hola, ¿puedo hablar contigo adentro?
-Está bien, pasa.
Subieron hasta su habitación, era bastante amplia y tenía un guardarropa que estaba asegurado con un pequeño candado, le causó mucha curiosidad.
-¿Qué tienes que decirme?
-Eres perversa, juegas con mis sentimientos sin importarte cómo me sienta.
-Pero Orlando, tienes que aceptar que no me gustas, no quiero tener enamorado.
-¡Mentira! a ti te gusta otro chico, corren los rumores que te encontraron besándote.
-¿Y a ti por qué te tendría que importar eso?, es mi vida y no tienes por qué controlarme.
-¡Lo sabía, eres una maldita arpía!.Sí no estás conmigo, ¡no estarás con nadie! .Sacó el revolver de su padre le apuntó a la cabeza y jaló el gatillo.
Noah murió al instante, su cabeza junto con su cuerpo cayeron al piso y empezó a formarse un charco de espesa y roja sangre.Él soltó el arma y esta cayó al piso,se sentía asqueroso, le dolía la cabeza de ver tanta sangre y quería vomitar;luego se dirigió hacía el armario, rompió el candado y cuando abrió la puerta vio algo realmente hermoso: Un espacio sólo para él, fotos de él que ella había tomado sin que él se de cuenta pegadas en la pared que formaban una frase que decía: "Te amo Orlando Tristán” y en un pequeña caja de zapatos había una etiqueta pegada que decía: "La cosa más valiosa en mi vida", abrió la caja y vio el cuaderno que el había había llenado de poemas y frases desde que la conoció.