sábado, 9 de octubre de 2010

La Ladrona Llorona

Estaba tirado sobre mi cama, viendo la televisión con el canal sintonizado donde pasaban las noticias de las 11 pm. Me había entretenido con una entrevista que le hacían a un psicólogo, sobre el reciente macabro asesinato de una joven. El tipo decía: <<Los jóvenes son capaces de tomar venganzas canallescas, de hacer cosas verdaderamente censurables, sobre todo cuando la idea anida en un cerebro desequilibrado.>>. Tonterías-pensé-, apagué el televisor, cogí mis mantas y me tape todo el cuerpo con la cabeza sobre la almohada y no sé cuánto tiempo pasó exactamente que me quedé profundamente dormido.

Al día siguiente, desperté con el resplandeciente sol dándome en la cara y con ganas de ir a dar una caminata hacía la playa, pues, me gusta hacerlo en los días soleados. Me levanté de mi cama,empape mi rostro somnoliento con agua helada, me vestí rápidamente con unos pantalones cortos de ropa de baño, un polo sin mangas, mis sandalias y, sin tomar desayuno, pisé la arena y empecé a caminar.

Pensaba en muchas cosas triviales mientras miraba el mar transparente hacer pequeñas olas, pero una chica sentada en la arena recogida de rodillas y mirando el mar llamó mucho mi atención, me acerqué y pude notar que le salían delgadas pero notorias lágrimas de sus ojos. Me acerqué a ella y mirándola con un aire curioso le dije:



-Hola, ¿Te encuentras bien?

-Sí-me dijo con voz quebrada.
-¿Y por qué lloras?
-No estoy llorando, estoy pensando en cebollas. En ese momento yo solté una pequeña carcajada;aunque, si no fuera por la situación me hubiera reído más fuerte, porque me rompe el corazón ver a una mujer llorar.
-¿Cómo te llamas chica extraña?-le pregunté
-Micaela- me respondió un poco más calmada. Se me hizo un poco familiar ese nombre, y me inspiraba confianza .
-¿Puedo conversar contigo un segundo?- Le dije con toda la confianza del mundo.
-Sí claro, siempre es bueno tener compañía, por cierto: ¿tu nombre es...?
-Joe.¿Y dime, eres de por acá?
-No, sólo soy una persona que viaja por muchos lugares para conocerlos, no quiero morir sin antes a ver visto todo el mundo.
-Interesante...y dime, ¿te gustaría caminar por ahí?
-Sí claro, Joe.
Mientras caminábamos vi como su cabello ondulado se movía, como su esbelta figura podía llamar la atención de cualquier playista, se movía con una ligereza increíble; parecía una pluma en el viento.
-¿Por qué estabas llorando cuándo te encontré?- le pregunté mientras que ella veía el horizonte.
-Por nada, son cosas que pasan, no es la primera vez que me meto con un idiota.
-Bueno, suele pasar. Sabes, no me sorprende que a alguien como tú le lluevan los pretendientes.
-¿A qué te refieres?
-Es que eres una chica muy linda, ¿qué clase de chico no quisiera tenerte como novia?
-Pero muchos de ellos son unos idiotas superficiales.
-Sí.. tienes razón, muy poca gente hoy en día se fija en el interior de una persona, sólo quieren lucir a su novia como un trofeo.
-Me gusta como hablas, Joe.
-Gracias, es que ando inspirado.

Caminamos y yo cada vez la veía más, llegamos hasta una pequeña casa rodante estacionada.
-Bonito camión-le dije.
-Sí, es bastante leal; ¿quieres verlo por dentro?. Abrió la puerta que,al momento de deslizarse,hizo un ruido que denotaba que estaba oxidada y vieja. Dentro había una pequeña cama, una lampara, libros desparramados,ropa apilada en un rincón y fotografías pegadas en las blancas paredes de la casa rodante.
-Siempre quise vivir en una casa rodante-le dije.
-Sí, es lo máximo; siempre estas yendo a todos lados, conoces gente y, si tienes suerte, encuentras a alguien muy especial... como tú- Se sonrojó al decir esto, acto seguido me cogió bruscamente de mi polo y me besó apasionadamente, yo no dude en seguirle el juego. Terminamos de besarnos y ella me dijo:
-¿Te gusta el alcohol, Joe? 
-Sería homosexual sino.
Y así nos embriagamos sin que nada nos importe y nos besábamos y nos manoseamos, y lo único que recuerdo es que me entró un profundo sueño y me quedé dormido en su pequeña, pero cómoda, cama.




Pasaron no sé cuantas horas cuando desperté en una bañera grande, repleta de cubos de hielo y desnudo, no tenía idea de dónde estaba y me desesperé, traté de levantarme y al mismo tiempo sentí un dolor inmenso en la zona abdominal. Busque algo que me sea útil y encontré en el piso un papel que, con mucho esfuerzo, recogí. Este decía: "Tienes   aproximadamente dos horas para llamar a una ambulancia, sino te mueres.". Atte:La llorona.


   

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